Encontrado en ABC:
María Blasco, directora del CNIO y Bruno Bernardes, autores de la investigación
¿Modificaría sus genes para vivir más y mejor? Científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) han dado un paso clave para ralentizar el «reloj biológico» actuando por primera vez sobre los genes. Lo han hecho con terapia génica, una técnica que cura reparando los genes defectuosos de los pacientes. Esta estrategia se ha utilizado ya en pacientes con hemofilia o enfermedades raras como la de los «niños burbuja», pero por primera vez se ha probado contra las enfermedades que causan el envejecimiento.
La investigación del CNIO, dirigida por su directora María Blasco, ha demostrado que con terapia génica se pueden «prolongar los años de vida saludable» y conseguir un «efecto rejuvenecedor». Por ahora, solo en ratones.
Los ratones tratados vivieron un 24% más. Si se asume que la vida media de los humanos es de unos 80 años, esto significaría que el tratamiento permitiría llegar a los cien años de vida media. «Sin embargo, lo importante no es vivir más, sino que estos animales después del tratamiento tienen aumentado lo que en inglés se denomina “health span” o tiempo de vida sin enfermedad», explica Blasco a ABC. Los detalles de esta investigación, en la que también ha participado la Universidad Autónoma de Barcelona, se publican en la revista EMBO de Medicina Molecular.
Antes de que sea tarde
Los ratones tratados prolongaron su vida y también retrasaron la aparición de las enfermedades típicas del envejecimiento: osteoporosis, diabetes tipo 2, coordinación neuromuscular... Aunque no todos los animales de laboratorio consiguieron igual resultado.
La terapia se probó con animales adultos y ancianos. Los ratones adultos obtuvieron los mejores resultados y vivieron un 24% más que los mayores. Al pensar en una posible aplicación en humanos, estos resultados animarían a aplicar la terapia antes de que el envejecimiento haga estragos y sea muy tarde para revertir el declive.
La investigación española es lo que los científicos llaman una prueba de concepto. Prueba una hipótesis y demuestra un tratamiento que funciona. En este caso, ha demostrado que el envejecimiento se produce por la falta de una enzima, la telomerasa. La terapia génica consiste en corregir esa ausencia, introduciendo en las células del organismo el gen de la telomerasa.
Para llevar el gen corrector al organismo, se utilizó un virus modificado a modo de taxi «biológico». Con la capacidad de infección del virus, el gen corrector depositó el gen de la telomerasa en todas las células. El virus utilizado es seguro y ya se ha empleado en terapias similares en pacientes hemofílicos.
La terapia del CNIO funcionó con un único tratamiento y además demostró su seguridad. Ninguno de los ratones tratados desarrolló cáncer, uno de los mayores peligros de esta estrategia.
El gen de la telomerasa frena el envejecimiento aunque también es una especie de doctor Jekyll y Mr. Hyde. En organismos adultos la telomerasa favorece el cáncer y la inmortalidad de las células tumorales. Por eso, ha habido sido siempre una barrera en su utilización al diseñar terapias antienvejecimiento. «Hemos conseguido que los virus utilizados no integren el gen de la telomerasa en el genoma de las células para disminuir la posibilidad de originar tumores. Aquellas células con mucha telomerasa que se dividan la perderían con forma aumentan su número de divisiones», señala la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.
«Una estrategia factible»
En un comentario editorial que acompaña a la investigación española, dos investigadores consideran esta terapia una estrategia factible y segura para prolongar la vida en buenas condiciones de salud.
Una de las ventajas de la terapia génica frente a otros posibles tratamientos antienvejecimiento es que bastaría un único tratamiento. «No necesitaría una administración constante de un fármaco durante toda la vida del paciente», advierte Fátima Bosch, experta en terapia génica de la Universidad Autónoma de Barcelona y colaboradora en la investigación.
El siguiente paso ahora es identificar las enfermedades asociadas al envejecimiento que se pueden beneficiar de este tipo de terapia. La estrategia ya ha despertado el interés de la industria farmacéutica. .
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