Encontrado en Hispanidad, y ojo que estas cifras son a nivel de España que apostaría que en Andalucía las superamos:
La cifra de fracaso escolar español alcanza ya el 31%. Los chavales sin formación profesional ni bachillerato (catalogados como jóvenes con riesgo de exclusión social) se elevan al 40%, muy por encima del 15% previsto en los objetivos de Lisboa. Eso significa que hay un 40% de los jóvenes que aunque quieran no podrían trabajar porque no tienen capacitación alguna. Muy preocupante. Así lo ha puesto de manifiesto en la mañana de este miércoles el portavoz de Educación en el Congreso, Juan Antonio Gómez Trinidad.
La ministra Cabrera asegura estar preocupada, pero la verdad es que no hace mucho por remediar la situación. Incluso llega a afirmar que aunque “acate” la sentencia del Supremo que declara nula la posibilidad de pasar de curso con cuatro asignaturas, defiende la flexibilización como una manera de no dejar a nadie descolgado y de prestigiar el bachillerato. El caso es que las cifras de fracaso escolar están ahí y resultan cada día más preocupantes.
2 comentarios:
Hemos perdido toda una generación -excepciones siempre las hay- la generación ¿Qué pasa, Neng? que se crió (malcrió) con Crónicas Marcianas, Gran Hermano, Buenafuente y La Noria.
No hace falta explicar cuál ha sido el resultado, yo la llamo la generación perdida. Y hasta los compadezco porque les han arruinado la vida.
Entre el sistema educativo y los medios los han ido adoctrinando para que les resbale todo lo realmente importante, para que les importe más quién va a ganar Operación Triunfo o la liga que si en su familia alguien está padeciendo los rigores de la crisis.
Si las cosas van mal, se vuelven a casa de papá y mamá (si alguna vez la dejaron) y a pasarse el día con la Play.
Hay beneficiarios de haber arruinado a esta generación. Hay quien se beneficia de tener electores lobotomizados, sin criterio ni espíritu crítico, a los que se puede adoctrinar y dirigir fácilmente.
Muy lamentable.
Un saludo
No hace demasiado pude estar dentro de unas clases de niños que cursaban 5º ó 6º. Y la impresión fue que se comportaban como una manada de orangutanes a los que el maestro debía de respetar como si fueran personas de altísima cuna. La verdad es que me inflé a reir, pero pensándolo después pues da un poco como pena.
Publicar un comentario