Este tipo de energías aportaron 8.000 millones de euros al año de beneficio neto en el uso de electricidad en hogares y servicios entre 1998 y 2008, mayor que el apoyo público que recibieron.
Los países de la Unión Europea quieren que, en 2020, el 20% de la energía que consuma se produzca con fuentes renovables. Sin embargo, esta política encuentra reticencias porque las tecnologías necesarias se consideran caras. Ahora, una evaluación llevada a cabo por el investigador Yoram Krozer, de la Universidad de Twente, en Holanda, indica que, durante el periodo de 1998 (año en el que el precio medio del petróleo fue el menor de los últimos 50 años) a 2008 (en el que el precio real estaba en su punto más elevado) este tipo de energías aportaron, de media, 8.000 millones de euros al año de beneficio neto en el uso de electricidad en hogares y servicios.
El beneficio neto al que se refiere el autor durante el periodo estudiado considera que el coste de incentivar las energías renovables soportado por fondos públicos cuando el petróleo es barato, se ve compensado por los beneficios cuando es caro. La cantidad de 8.000 millones anuales, obtenida a partir de datos de Eurostat, es, según señala el autor, mayor que todo el apoyo público que reciben las tecnologías verdes.
Krozer asegura que el beneficio habría sido aún mayor si la UE se hubiese anticipado al incremento de los precios del petróleo, aumentando el apoyo público a las renovables durante la etapa de petróleo barato (1998-2002). Con estas medidas se hubiera compensado el ciclo natural de la inversión privada en energías renovables, que resultan más interesantes cuando el petróleo es caro. Durante el periodo de altos precios del petróleo (2003-2008), la inversión global en renovables se incrementó de 29.000 millones de dólares en 2004 a 151.000 en 2008. Es menos interesante, sin embargo, cuando el hidrocarburo es barato. Así, en la época de petróleo caro, la disposición de una mayor cantidad de energía renovable hubiese abaratado aún más el coste de la electricidad.
“La percepción de que la energía renovable supone un coste social impulsado por las subvenciones es demasiado pesimista y olvida el hecho de que las subvenciones para los combustibles fósiles son mayores que para las renovables en todo el mundo, incluida la Unión Europea”, escribe Krozer en su artículo. Además de demostrar que el fomento de las energías verdes no es costoso, el autor quiere señalar la conveniencia de políticas que compensen los ciclos del precio del petróleo.
“Los Estados de la UE tienen intereses diferentes y,
en algunas ocasiones, no reaccionan con la suficiente agilidad y acaban
incentivando este tipo de energías cuando ya no es necesario”, explica
Krozer. “Y en otros casos, como sucede ahora en España, la situación
económica es muy mala y no se tiene la capacidad para reaccionar”,
añade. Por eso, en opinión del autor del estudio, debería ser “la UE, a
través del Banco Central Europeo o de otros mecanismos, la encargada de
contrarrestar los desequilibrios entre los distintos Estados para poder
aplicar los incentivos cuando realmente son necesarios”.
El coste social de las renovables
El coste de aplicar las medidas anticíclicas
propuesas por Krozer puede evaluarse basándose en los ciclos de precios
del petróleo del pasado. Estas políticas incrementarían los precios de
los recursos para la generación de electricidad sobre los precios del
mercado durante las épocas de petróleo barato, elevando a su vez el
precio de la electricidad con los consiguientes costes sociales. Sin
embargo, el autor apunta que el encarecimiento de los recursos también
incentiva la creación de innovaciones que mejoran la eficiencia, lo que
también tiene beneficios sociales. Por otro lado, las industrias que
requieren un uso intensivo de la energía también se verían obligadas a
reducir su producción por estas medidas, pero los costes sociales
asociados se compensarían por la reducción de la contaminación.
En un estudio elaborado por el Ministerio Federal de
Medio Ambiente, Conservación Natural y Seguridad Nuclear de Alemania en
2008, se calcula que el apoyo a las energías renovables en 2006, si se
escalase al nivel de la UE, habría supuesto unos beneficios netos de
9.400 millones de euros. De ellos, 5.000 millones se habrían debido a un
incremento de la eficiencia, 1.000 a la reducción de las importaciones
de energía y 3.400 al descenso de la contaminación.
Pero también en Alemania se pueden encontrar otros
estudios que discuten esta relación coste beneficio. En un análisis de
R. Walz y J. Schleich sobre el impacto de la regulación de precios
titulado La economía en las políticas del cambio climático,
se sugiere que el apoyo a las renovables es deficitario, aunque
reconoce que los beneficios de mejoras en la eficiencia energética y una
reducción de la polución suelen ser ignorados.
Ejemplos como el anterior muestran que, en un ámbito
tan complejo como el energético, es difícil que este nuevo estudio lleve
a un consenso, pero en un momento en el que los efectos del cambio climático se hacen palpables, Krozer considera que aplicar sus recomendaciones sería beneficioso tanto desde el punto de vista económico como social.
Una política errática en España
Una las conclusiones fundamentales de la evaluación elaborada por el investigador de la Universidad de Twente Yoram Krozer sobre los incentivos a las renovables es que se necesita previsión y anticipación para hacerlas eficientes. Esta capacidad que, como afirma Krozer, es difícil de encontrar en los Estados europeos, es esencial para que, cuando se apliquen las medidas, no haya cambiado ya el ciclo de precios del petróleo y los incentivos lleguen cuando ya no son necesarios.
En el caso de España, esa necesidad de coherencia y previsión en el planteamiento de las políticas sobre renovables no ha sido precisamente la pauta en los últimos meses. En enero, el ministro de Industria, José Manuel Soria, anunciaba que el Gobierno había decidido eliminar, al menos de momento, las primas a las energías renovables. El viernes pasado, el mismo Soria defendió que la posición del Gobierno es que el “peso” de las energías renovables tiene que continuar en aumento y que, por ese motivo, estas tecnologías seguirán recibiendo incentivos.
Por si las declaraciones contradictorias dentro de un mismo ministerio no fuesen suficientes, ayer martes, el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, entró en liza y anunció su rechazo a la aplicación de impuestos más altos a las energías renovables previsto por Soria para su próxima reforma del sector energético desautorizando al responsable de Industria.
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